viernes, 20 de junio de 2008

El problema del perro indeseable

Felipe y Montse van a comprar un perro. No quieren gastar demasiado y acuden a una perrera privada a rescatar algún cachorro abandonado. Dentro de sus fríos cálculos económicos, comenten el error de acudir acompañados de sus tres hijas.

La fatalidad quiere que en la perrera les ofrezcan dos cachorros. Unos miembros de la familia quieren uno, mientras que otros miembros prefieren el otro. Montse propone a la persona que les atiende que se lleven los dos animales a casa y que devuelvan el que no quieran. La persona de la perrera acepta pero pone como condición que se deje en depósito el importe de los dos perros.

Al día siguiente, uno de los dos cachorros, al que llamaremos Fredykruger, ha destrozado las cortinas del comedor y ha realizado otras calamidades que omitiremos por respeto a las personas que estén comiendo mientras leen este capítulo. Se impone, por tanto, devolver el animalito a la mayor brevedad.

Montse llama a la perrera y se ofende profundamente cuando le dicen que no aceptan devoluciones. Intenta aclarar lo sucedido pero resulta que la persona que les atendió ayer está de vacaciones y no tiene constancia de ningún pacto como el que cita ella. Además, ahora que Montse cae en la cuenta, aquel establecimiento no tenía un aspecto demasiado profesional y diría incluso que había animales hacinados. Al recordárselo al interlocutor telefónico su enfado va en aumento y la conversación termina a gritos.

Así las cosas, Felipe y Freykruger se dirigen a la perrera a dilucidar el destino de ambos. Felipe va a intentar negociar. Consigue hablar, en un contexto aparentemente razonable, con el encargado de la perrera.

El encargado argumenta que un perro no es un juguete y, por este motivo, no aceptan devoluciones. Si se permitiera esto, los perros estarían todo el día entrando y saliendo de la perrera, porque mucha gente se da cuenta de que en los pisos no los puede tener. Entonces, de permitir las devoluciones, se causaría un grave desequilibrio en los animales, al haber cambiado de hogar varias veces.

El depósito que dejaron Montse y Felipe es de doscientos euros (cien euros por perro). Felipe se ha propuesto devolver el perro y recuperar los cien euros.

Leído el enunciado anterior, las preguntas que el lector debe responder son las siguientes:

1. ¿Cuál es la apertura negociadora que expone el encargado? ¿Es conveniente para Felipe? ¿En caso negativo, qué apertura puede realizar Felipe para romper la del encargado?
2. Decir que, dado que un perro no es un juguete y que Freykruger no se adapta a su casa, lo mejor es devolverlo como acto de responsabilidad ¿es un buen argumento en la apertura de Felipe?
3. ¿De qué argumentos objetivos dispone Felipe para negociar con racionalidad?
4. ¿Por qué a veces el encargado es ligeramente desagradable o parece que no nos escucha?
5. ¿Por qué está negociando con nosotros el encargado?
6. ¿Cuál es la táctica que debe usar Felipe?
7. ¿Es una buena acción soltar el perro y echarlo dentro de la perrera?
8. ¿Es un buen argumento para Felipe decir que, si se acepta su propuesta, en el futuro comprará alimento para perros en esta perrera?
9. En un momento de la discusión el encargado plantea que, en el fondo, están discutiendo por cien euros. Propone dividir la pérdida entre dos y ofrece la mitad, cincuenta, a Felipe para cerrar el tema. ¿Debe Felipe aceptar?
10. ¿En caso de no aceptar, qué tipo de táctica debe usar Felipe para intentar conseguir todo el dinero?
11. Si el encargado quería que el pacto final fuese devolver sólo la mitad (50 euros) ¿Cómo debería haberlo planteado en la negociación?

Comentario: ejercicio completo que repasa todas las competencias y conceptos necesarios para negociar.

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